Cuando… antes de que anochezca, y después de una “dura jornada” te encuentras en la terraza de la habitación de tu hotel, con unas vistas como las que siguen…
…hay que dejar jugar con el viento en la playa a los más deportistas e irte a ver algún pueblecillo de la zona. Destino… ¡Vera!
Al encontrarse hacia el interior, no disfruta del ambiente que ofrece la costa a pie de playa, pero ¡tienen hasta plaza de toros! Y algún que otro perro que acojona lo suyo, parecía escapado de esas películas de zombies con las que no puedes dormir… madre mía, ¡qué repelús!
Mejor pasar del bicho, e ir a lo nuestro… ¡A cenar a la terraza de la plaza del pueblo! Que es lo que toca…
…además los nombres de estos platos los conoce todo el mundo. Universales.
El mejor el de arriba, soy choricero 100%, después ya los de abajo 😉
Eso sí, el buen vino que no falte: un Rioja Crianza 2004 Martínez Lacuesta, que cumplió perfectamente su función, no hay más que ver la cara de gili que se me quedó después de la cena, justo antes de darle a los helados.
Aparenta ser un pueblo acogedor cuanto menos. Habrá que ser agradecido a las los antojos metereológicos por este tipo de oportunidades.
La cena no parece muy espectacular aunque, de vez en cuando se agrade algo tan tradicional. Eso sí, yo me habría decantado por un lomito en lugar del chorizo ¿tenían?
Cenas como esta no tienen precio, para todo lo demás MasterCard.
PD. Sobre todo después de los buffets de las comidas y los desayunos del hotel, que te dejan sin hueco para las cenas. De todos modos, había dos raciones de cada una de las fotos, para que te hagas una idea.