Pensar cansa… así que cuando estás de vacaciones no es muy recomendable hacerlo muy a menudo, aun así, ¡hay que pensar dónde c*ñ* vas a ir a cenar! Un cucharete tiene que pensar siempre… es una desgracia.
Apostamos por Garrucha, un pueblecito cercano al hotel, a muy pocos kilómetros, sobre todo para no acabar con todas las terrazas de Mojácar.
Quitando la playa que veis en la imagen superior y el paseo marítimo… ¡Es un pueblo feísimo! ¡Horrible! No vuelvo más por allí… Cogimos rápidamente el tontorrón -digo, el TomTom- y… ¡A Carboneras! Que encontrándose ya dentro del Parque Natural Cabo de Gata-Nijar esperábamos que no nos decepcionase. La carretera para llegar es de las que aprieta el culo, con unos desniveles flipantes… ¡A 30 km/h durante unos kilómetros!
¡Esto ya era otra cosa! ¡Ni punto de comparación! Si queréis información sobre el pueblo, a googlear un poco, que no estoy yo para trabajar ahora…
Y vamos con la cena, porque en pleno paseo marítimo, lleno de puestecitos donde compras mil cosas que después no sabes que hacer con ellas, aparece un horno en la arena donde te hacen tu dorada o lubina a la sal por 15 eurillos.
Concretamente en el Restaurante Sol y Playa (buen nombre, jajaja). Así que… voilà!
Finalmente mi dorada vino a la plancha… ¡Porque habían tomado mal la nota! ¡Pa matarles! Aunque estaba bien buena. El vino, uno de la zona (pa’ ver que tal), un Laujar macabeo 2007 que no volveré a pedir 😉
Ciertamente ninguno de los pueblos citados ofrecen demasiado a nuestro inquietos ojos. Buena parte de la culpa la tienen, además una fábrica cementera, la desaladora de agua marina, su central térmica y el inacabado hotel de la playa del Algarrobico que se empezó a construir en una zona no urbanizabl y quedó inacabado.
Todos ellos consiguen estropear memorablemente el Parque natural del Cabo de Gata-Níjar. El último de ellos supone la principal muestra de la aplicación interesada de la ley de costas que sirve como base para expropiar pequeñas viviendas pero permite construir grandes moles de cemento a escasos metros del mar.
Habrá que quedarse al menos con la buena parte de la historia y esperemos que podamos seguir disfrutando de doradas como la de la foto. Realmente despierta el apetito.
El problema es que como no hay un sector túristico de calidad, la industria tiene el camino libre para hacer lo que quiera.
Industria, que no recibe ningún tipo de crítica y presión por parte de los ecofascistas (vease el ejemplo de la desaladora y otras)
Ya me dijo un ecofascistas que él prefiría vivir en un sitio industrial proque de esa manera no se masificaban las playas.
Lo que hace falta es que el hotel del algarrobico empiece a funcionar y sirva de contrapeso a la industrialziación de la zona.
Y porque hasta que no se abra la ecnomía española no va ir bien