Mojácar nos brinda un emplazamiento excepcional cómo atalaya que domina el horizonte, una pieza muy codiciada por muchos pueblos de la antigüedad. Sus casitas blancas y su morfología son su princpipal atractivo, y el turismo de la zona no se lo pierde verano tras verano. ¡Allí estaba yo!
Para visitar Mojácar, tenemos que prescindir completamente del coche y disfrutar del encanto de su medieval arquitectura árabe paso a paso, recorriendo sus plazas, terrazas y locales de copas: ¡Hay mucho ambiente! Estrechísimas callejuelas empinadísimas, con escalones que en ocasiones provocan un vértigo del 15. ¡Os dejo con unas fotos! (Porque si queréis saber más.. ¡A Google!
¡Un pueblo precioso! ¡Volveré! Y si estáis por allí, podeís alojaros en el Hotel Marina Playa, en primera línea.
No se puede dudar del encanto de las calles de esta localidad almeriense que, cuanto menos, se encuentra en una situación orográfica iniguable.
Aunque sus cuestas de gran pendiente pueden llegar a hacer la visita algo agotadora, merece la pena hacer el esfuerzo sin lugar a dudas.