Al Santuario de Tíscar llegamos de milagro, pues primero nos perdimos por unas carreteras dignas de los Lagos de Covadonga y acabamos en Cuenca, pero no la que todos conocemos, sino una aldea de la zona con el mismo nombre.
Está situado entre las faldas de la Peña Negra y el Cerro del Caballo, cerrando el paso natural entre esas dos moles de piedra caliza hoy abierto por dos túneles, uno excabado en la roca y otro a través del propio Santuario.
En sus inicios era de estilo gótico, con elementos mudéjares que, a mediados del siglo XX, fue definitivamente sustituido por el templo actual.
Originariamente debió ser un pequeño santuario levantado tras la reconquista cristiana para recibir romeros en acción de gracias a la Virgen por favorecer la victoria. Aún conserva la gran puerta con arco apuntado y jambas ornamentales así como restos del alicatado granadino. Consta de una sola nave en piedra y tiene la portada y el atrio del siglo XVI.
Pero dejando a un lado los datos históricos, fijaos en la primera fotografía de este post, donde arriba a la izquierda podéis ver una torre… ¡A la que subimos! ¡Qué vertigo! Y ahora veréis el porqué. Un desnivel impresionante y unas escaleras de reja por las que se ve el precipicio en todo momento… ¡IMPRESIONANTE! ¡Y llegamos a la torre!
Las vistas durante la subida hacen estremecer las piernas… Estás flotando en el aire, encima de una reja.
Una vez arriba te mareas si miras hacia abajo… os dejo un par de imágenes que lo dicen “casi” todo, porque la sensación in situ es indescriptible. ¡Fijaos donde están los coches!
Una vez en la cima descansamos y recuperamos fuerza para la bajada. Aunque donde realmente nos relajamos fue en el avituallamiento, pues el trayecto nos había abierto MUCHO el apetito :-). Comimos en el mismísimo Restaurante El Santuario, que pronto estará en la sección de viajes de Cucharete. ¡Éste sí lo merece!
Lo mejor… las Mollejas de Cordero Lechal, sabrosísimas. No quedó ni una en el plato.
Le siguieron Huevos “El Santuario”, Cordero de “Tíscar” a la Parrilla, Conejo a la Parrilla y Solomillo de cerdo a la Pimienta… y unos postres que no os detallo, pues serán sorpresa en el artículo que realicemos para Cucharete, donde podréis ver muchas imágenes sobre el restaurante, sus platos y una atractiva y sugerente terraza que tiene a modo de mirador. De momento… a conformarse con imágenes pequeñitas 🙂
En aquella torre, debísteis sentiros cual Leonardo di Caprio al borde del Titanic.
No soy de engullir excesiva cantidad de mollejas pero si hubiera visto ese plato en la mesa de al lado, habría estado clara mi elección.