Baeza nos gustó más que Úbeda, el paseo por las calles de la ciudad Patrimonio de la Humanidad, que se define como Joya del Renacimiento Andaluz resultó de lo más agradable. No os doy más detalles, ya que sería replicar información de miles de fuentes que hablan sobre su historia, pero sí os dejo unas imágenes.
En los miradores de las afueras… más y más olivos. ¡La lente de la cámara no llega hasta donde alcanza el ojo, estar allí es impresionante!
Cada dos por tres nos venía un niño pequeño a pedir “para el trono”. ¡Como les dieses dinero a todos te salían bien caras las vacaciones! Había docenas de cruces florales: las famosas Cruces de Mayo.
Podías gastar “un carrete” -jejeje- fotografiando cruces en todas las plazas… claro que lo “importante y cultural” era que acompañaban a una larga barra de cervezas: ¡La que se iba a liar a la noche!
No pudimos quedarnos porque, a parte de que tendríamos que volver conduciendo a Hinojares- teníamos pendiente una Supercena de la Xuntanza con Queimada incluida.
Pero antes de partir… visitamos una de las múltiples tiendas especializadas en aceites que rodean la plaza, y nos dejamos una pasta entre regalos y adquisiciones propias de este oro líquido -como dice Arguiñano-. ¡A cómo está el aceite, madre mía! Sobre todo el gourmet…
Y es que no sólo las Cruces granadinas son las más famosas de la zona.
Una estupenda tradición con la que disfrutar en el mes previo a la llegada del verano.
¿Recolectásteis alguna de aquellas botellas para una buena cena casera?