Qué mejor preparación que después de comprar en la plaza unos jurelos bien fresquitos los asemos lentamente al horno rellenos de panceta con unas patatitas y pimientitos ricos ricos. ¿Cuándo va a comer pescado si no es en Galicia un carnívoro como yo?
El único inconveniente, es que luego de ingerir estos “pescaditos” de 30 cm. -dos en mi caso- hay que bajar calorías como sea. ¿Cómo? ¡En la Pragueira! Con un paseito por una de las mejores arenas de playa del mundo, a la que llevo yendo tres días pero olvidándome la cámara en casa.
A ver si voy mañana tempranito y os enseño unas fotos con la marea baja -aprovechando que estamos con mareas vivas- ya que la playa es espectacular. [Actualización: Ya están las fotos]
Pero como todo lo que se baja hay que volver a recuperarlo, nos fuimos a cenar a La Alquería Mudéjar después de unas cañitas en el bar de las patatitas -que sé que a Susana le gusta que le llame así-, una tapería que pronto tendréis en Cucharete analizada minuciosamente. De momento, podeís echar un ojo al Mesón El Alcázar, en la sección de Restaurantes de Pontevedra.
Hay que reconocer que los chicharros del mediterráneo al horno están exquisitos. Eso sí, a ver quien se resiste a un jurel o chicharro del atlántico relleno de panceta y acompañado de patata gallega. Además, ya sabemos todos la cantidad de vitaminas -A, B1, B2 y D3 aparte de ácido fólico, calcio, magnesio, hierro y yodo- que contiene este pescado azul.