Merecido titular para este artículo, ya que es la trazada óptima de cualquier ruta Galicia-Madrid. Mi habitual viaje no sería lo mismo sin ese curioso y reconfortante lugar de parada obligada que es La Despensa -del que ya os hablé en una ocasión-.
¡Menuda sorpresa! Entré después de 3 largas horas de conducción -como siempre-, pero había novedades… el local recientemente pintado, un poquito cambiado con todo mucho más ordenado, y… ¡Mi artículo en la pared!
– ¡Ahí estamos los tres! -me mostraba José María.
– ¡Creíamos que ya no volvías! -acompañaba Milagros.
Ya me siento parte de esa fantástica “despensa” repleta de ricos bocadillos que tantas veces facilitaron mi trayecto de regreso. Me da pena no haberle hecho una foto al último que me tomé de un riquísimo salchichón -del que me traje una barra para casa- para que observáseis en primer plano el ‘pedazo’ bocadillo, aunque parte del sabor, sin duda alguna, es del cariño con el que lo hace Milagros.
Les comentaba que mis rutinarias paradas comenzaron un día que probé por casualidad, y desde entonces… ¡siempre! Y me confesaban que era una frase que habían escuchado ya muchas veces. ¡No me extraña!
Como anécdota, deciros que conocí a Niceto -amigo de José María y Milagros-. ¡Qué persona más simpática! ¡Ahí le tenéis posando en la foto! Nos contaba que vendía su viejo Opel Corsa (ojo, ¡con gancho de remolque!) y que a pesar de haber recibido tres llamadas, le ofrecían 40.000 pesetas. Mucho me reí el resto del viaje.
Recordad que La Despensa descansa en plena A6 en dirección Madrid. La salida a tomar está poco después de dejar atrás Benavente, la 251, continuando por la vía de servicio.
Un saludo desde este loco mundo de Internet para Milagros y José María que nunca dejan de sorprenderme. -¡Nos veremos en breve!-
Ya en Madrid, nada mejor que cenar una exquisita empanada de bacalao con pasas de la abuela regada con un inimitable albariño de casa.
A esto se llama establecer lazos entre el mundo global y el mundo más familiar. Yo también tuve un Opel Corsa. La pena es que no tuviera gancho de remolque, no por llevar uno, sino por evitar a los que en las grandes ciudades aconstumbran a usar la técnica para aparcar del golpecito al de delante y al de detrás. Lo mismo sería una buena adquisición por 40.000 pesetas de las de antes. A ver cuando probamos ese salchichón.