¡Menudo viajecito!… menos mal que nos ha acompañado el tiempo… ya que Nines no está acostumbrada a las -muchas veces- sinuosas curvas de las carreteras comarcales gallegas…
Después de un largo paseo por Pontevedra, buscando ovillos de lana de un tono verde botella muy atractivo para una chaqueta que mi abuela tiene en mente para Nines, comprar unos kilos de almendras para unas tartas que todos conocemos, una botella de licor café casero de litro y todos los ingredientes necesarios para un buen cocido gallego para 11 personas… ¡nos fuimos a hacer kilómetros!
Rumbo Santiago por la autopista, salida de Padrón, giro en dirección norte en Picaraña… ¡y llegamos a Muxía! tristemente famosa por la catástrofe del Prestige, pero donde se celebra la más importante romería de la Costa de la Muerte el domingo siguiente al 8 de septiembre. El vistoso paseo marítimo nos recordaba mucho al de San Vicente de la Barquera, pero lo que realmente merece la pena visitar es el Santuario da Virxe da Barca: espectacular paisaje con su iglesia barroca asentada en las mismas rocas donde rompen con fuerza las enérgicas olas de los días de viento. Son protagonistas “a pedra de abalar” (piedra de balancear) y “a pedra dos cadrís” (piedra de los riñones), podéis conocer su curiosa historia en este enlace.
Ya en dirección sur… repostamos en CEE vino de la casa acompañado de unos exquisitos chipirones frescos de primero, seguidos de unas jugosas chuletas de cerdo a la pimienta, para rematar con unas -elegidas por los dos al unísono sin titubear- natillas de chocolate: ¡7€ por persona! Os recomiendo el sitio… “Parrillada: O refuxio” (El refugio).
Avanzamos kilómetros y subimos hasta el Faro de Fisterra, recordad que allí mismo acababa la tierra para los romanos y empezaba el misterio de lo desconocido. ¡Qué vertigo tengo! No me extraña que la que salga en las fotos sea Nines, pues yo… lo de acercarme a los acantilados lo llevo bastante mal 🙂 Unas vistas recomendadas y, sin duda, espectaculares en la puesta de sol. ¡Me encantan esas fotos a contraluz!
Todo el frío acumulado allí arriba, lo anula por completo un cafecillo caliente en el puerto -precioso- y un paseo por las estrechas -y a veces incongruentes- calles de este pueblo de pescadores.
Que mejor que terminar el viaje con unas tapas de tetilla gallega en “O Cortello” en Pontevedra, local rústico donde los haya, situado justo detrás de la Iglesia de Santa María.
Que morriña!!!
Muy bonito el reportaje, me gusto el link a las leyendas de las piedras de Muxia, aunque como buena gallega que soy ya lo conocia 🙂
Yo de mayor quiero ser como Marquiños, el Conde de Lérez…. Morriña, ¡¡¡y mucha!!!. Dile a Nines que en Cuenca hace mucho frío y que es mejor que os vayais a vivir a la Terriña, que vale la pena…. Sniffffff…..
Que cabrinnnnnnnnnnnnnnnnnnnnn
Estando ahí de cerca y no pasais a vernos, eso no se hace cuñaooooooo.
Que vas a engordar demasiadooooooooooooo, mirame a mi, que ya perdí 4 kilos, para que luego digan, no hay como una gastroenteritis.
Lo que más me gusta es la foto de las barquitas gallegas. Con un paisaje así buenas ganas le entran a uno de dedicarse al retrato de parajes naturales con técnica de óleo sobre lienzo blanco. Y ya puestos también me recrearía con unos buenos bodegones pero esta vez, en lugar de los típicos elementos que los pueblan, los protagonistas serían esos chipirones churrascadillos y esa buena carne a la salsa de la pimienta.