Artículos de diciembre, 2006.
Hoy ha sido un largo día de viaje, ¡Pontevedra – Cuenca! ¿Sabíais que la capital de provincia que más dista de Cuenca es Pontevedra? ¡Pues así es! No me extraña que de vez en cuando le pregunten a mi novia: “¿Cómo lo fuíste a buscar tan lejos? ¡Porque no hay nada más lejos en la península!”
Este año pasaré el fin de año en esa preciosa ciudad: la tierra de las casas colgadas y su ciudad encantada. A mí, que me encanta la fotografía, os aseguro que cada imagen de Cuenca es una bonita postal.
Quería aprovechar este texto para aconsejaros el mejor sitio en el que podéis parar a descansar cuando hagáis un viaje por la A6 desde Galicia en dirección Madrid -excepto a Gonzalo, que no para-. Su situación es idónea, ya que aparece cuando llevas unas 3 horas de conducción y el cansancio acumulado puede mostarse en cualquier momento. Pero sobre todo, porque es donde comeréis los mejores bocadillos: un sabroso “pan de leña” y en su interior abundante y exquisito chorizo, salchichón, queso o jamón. En ningún otro bar de carretera os tratarán mejor. Milagros y José María son, como diríamos en galicia: “boa xente”, y cuidan mucho a sus clientes.
Podéis comprar todo tipo de productos: aceites, aguardientes, miel, embutidos e incluso jamones “Gran Reserva” curados en bodega. La salida a tomar está poco después de dejar atrás Benavente, la 251, y se continúa por la vía de servicio hasta que aparece la imagen que veis fielmente reflejada en la pintura de la tarjeta:
Allí eché mi suerte para el Sorteo del Niño. ¡Esperemos que toque! ¿Acabará este año en 3?
Aprovechando que comimos unos langostinos y una exquisita castañeta con fideos, decidimos cambiar de tercio por la noche. Qué mejor que una cena informal de colegas para ponernos al día -puro marujeo-, por desgracia no nos podemos ver muy amenudo, pues estamos desperdigados entre Valencia, Ferrol, Madrid, Coruña…
Os recomiendo este sitio para que probéis sus chorizos al infierno -ahí fue donde los descubrí por primera vez, hace mucho tiempo ya- Ahora, a parte de hacerlos de vez en cuando en casa -los que me leéis lo sabéis-, los suelo pedir siempre que vamos a un sitio de tapeo y están disponibles en la carta. Le da un poco de magia a la mesa ese fuego rojo (cuando en la cazuela de barro hay alcohol) o azul (cuando se hacen con aguardiente).
Nosotros los acompañamos de unas tortillas con cebolla y jamón, paté finas hierbas, tetilla de Arzúa y lomo embuchado, pero disponéis de una larga lista de raciones y tapas de quesos, patés y embutidos de todo tipo.
Fue una noche interesate en cuanto a anécdotas nuevas: Fran, nos sorprendía con el resumen de su espectacular viaje a Las Vegas (lo mejor, esas 3 horas en helicóptero recorriendo el Gran Cañon), y Suso, nos relataba las fascinantes imágenes que se pueden llegar a crear alterando el proceso químico del revelado analógico.
Después de estas tapitas, somos ya cinco personas las que reconocemos que el tinto Abadía da Coba está buenísimo (menuda publicidad, deberían regalarme una caja de 6 como mínimo). Ya me comentaréis que os parece a vosotros cuando tengáis la oportunidad de disfrutarlo en una cena.
Para tomar un café, y que Rubén amplie su lista de locales Pontevedreses a visitar en un futuro -espero que próximo-, os aconsejo el Hipopotamus -donde fuimos-, en la misma Plaza de Barcelos, un sitio que guarda ya una larga historia en la ciudad… Pero.. ¡hay más! Ya os iré indicando alguno interesante.
Ha tocado llevar de nuevo de paseo la tarjeta (para que adelgace un poco, aunque creo que soy yo el que debe pasear de lo lindo, sobre todo después de estudiar detenidamente las recomendaciones de Pedro)
A primera hora, un cafecillo con unos churritos en el Central (sitio mítico) para calentar motores, pues el frío era de vértigo… y después, de compras con mi hermana toda la mañana.
Comimos en la Parrillada San Blas, en Salcedo (Pontevedra). Es uno de esos sitios que le gustan a Rubén (enxebre), donde te sorprenden con el brasero de hierro fundido encima de la mesa, lleno de carne a rebosar: Un jugoso chuletón de ternera, abundante churrasco de cerdo y unas chuletillas de cordero.
Todo eso, precedido de unos mejillones en vinagreta, lo acompañamos de un chorizo del país, unas patatitas y una ensalada. ¡Menudo comilón! Sin faltar un tinto Abadía da Cova (denominación de origen Riveira Sacra, que tanto anuncian estos días en TV). No me extraña que haya sido galardonado con 49 premios, pues a mi gusto, es exquisito.
El café nos lo tomamos en el Nox (oscuro, pero con indudable encanto). Y… ¡a comprar de nuevo! Pateamos toda la ciudad una y otra vez… de arriba a abajo… de izquierda a derecha… Y a la hora de cierre de comercios, unos apetecibles cucuruchos de castañas asadas en plena calle -¡qué calentitos! ¡cómo se agradecían!- y unas cañitas frente a la Peregrina.
Ya en casa… ¡a ordenar el armario! 🙂
¡Que sí! Y no sólo ese… ¡También un Ferrari F430! ¡Y un Prima Speedster! Realmente… me los han regalado: mi novia y mi hermana. ¡Ah! A escala 1:18 claro 😉 como todos los que colecciono desde hace tiempo… Jajaja. ¿Algún día podré tener la misma colección a escala 1:1? ¡Imposible! :'(
Como veis en la fotografía, la habitación que tengo en Galicia en casa de mis padres está repleta de ejemplares similares, y alguno más hay aparcado en las estanterías de Alcalá -espero que no estén en zona azul ya que nunca les cambo el ticket-.
Me chiflan los coches desde siempre, especialmente los deportivos y prototipos, así como aquellos con nombre propio que marcaron una época y han firmado con mayúsculas la historia del automóvil. Ni os imagináis la de revistas que puedo tener guardadas -no sé para que- Pues unas… ¿200? ¿Más? ¡Ni idea!
Cuando queráis hacerme un regalillo… ya sabéis 😛 Aunque también podéis invitarme a cenar -jajaja-. Eso sí, pedidme antes la lista, para evitar tener una pareja, a ver si encima me van a criar 🙂 Digamos que… por ejemplo… podría ser un BMW Z8 (que hace tiempo que ando detrás de él), o quizás un Ford Mustang GT390 (mítico en “Bullitt” conducido por las calles de San Francisco por Steve McQueen), no me decepcionaría nada un Lotus Esprit Submarine (espectacular juguetito de 007 en “La espía que me amó”), pero como realmente me sorprenderíais sería con el espectacular Chevrolet Corvette Mako Shark (del que estoy enamorado desde siempre). ¡Ahí queda eso! 😛
De todos modos, podéis invitarme en su defecto a un café con leche, y si os parece bien… ¡pago yo! 😉
Cada año por estas fechas, se propaga como el fuego por la Red algún invento curioso para desear a los tuyos una feliz Navidad. El que más gracia me ha hecho es éste que os muestro: Aquí tenéis mi felicitación para estas fiestas.
Tengo la extraña sensación de que estoy realizando ¡dos digestiones!, lo que me queda de la comida de hoy más lo acumulado de la cena de ayer…
Empezamos como de costumbre: ¡con marisco! Esta vez unos excelentes gambones a la plancha, que con limón y saladitos están literalmente para chuparse los dedos -por muy feo que quede- 🙂
No pueden faltar unas nécoras, una mariscada sin nécoras es como un día sin pan…
Y al fin… ¡carne! ¡lo mío! ¡Qué rico estaba el cordero de casa! ¡Qué jugoso! ¡Qué bien lo cocina mi abuela!
De postre, a picotear un poco de todo, cada vez que terminamos las bandejitas de la imagen de ayer las rellenamos de nuevo… ¡no sabes ni lo que comes! Mejor no pensarlo… Eso sí… una nueva tarta de philadelphia con nata y gelatina de mi tía. ¡Mmmmmmmmm!
¡Vaya comilona os habéis pegado! ¿Verdad? Alguna cosa buena tenía que vivirse en estas fechas… y una de ellas es, sin duda, guardar la pesa del baño en el armario hasta bien entrado el mes de Enero 😉
Esta vez escribiré poco y mostraré mucho. Primero… porque a estas horas estoy muy cansado ya… ¡Son las 3:45 AM! Y segundo porque… vale más una imagen que mil palabras. ¿O no?
En mi casa, empezamos la interminable cena familiar con un poco de marisco -lo típico en tierras gallegas, obviamente-. Cada año abunda en la mesa el producto que mejor pinta nos tiene en la plaza, el plato fuerte esta vez han sido las centollas de la ría, que como veis ¡tienen una presencia estupenda! [Otra foto]
Un fresco ejemplar por paladar… ¡Qué ricos estaban los “cachos”! (el interior del caparazón)
Unos apetecibles y tiernos langostinos… que bañados ligeramente en mayonesa casera para mí son un manjar…
Y… decliciosas ¡nécoras! cuyo particular sabor es uno de los más reconocidos por los expertos.
Cambio de tercio y… qué mejor que una fantástica empanada de millo de xoubiñas de mi madre para continuar el “engorde nochebueno”
¡Cortadita en cuadraditos se come hasta la foto! -No apta para personas con hambre-.
¿Y los postres? ¡Cómo van a faltar! ¡Si son la Navidad en estado puro! -Si pestañeas te lo vas a perder- Para picar todos los días en los platitos que esperan que les llegue su hora en las sobremesas familiares.
Y además… ¡una esponjosa y tierna tarta de almendra de mi abuela! Mmmmmm… Y ¡otra de manzana! de mi tía… que es una de las más sabrosas de su amplio y genuíno repertorio. ¡No os podéis imaginar la de horas que se necesitan para hacerla, cortando kilos de manzanas en láminas ultrafinas… ¡Deliciosa!
Luego, reparto de regalos papanoelónicos a medida que corren los brindis de sidra y cava, seguidos de los chupitos de aguardiente, cremas, oporto y armagnac, mientras mis primos, mi hermana y yo, exprimimos nuestra capacidad cerebral -claramente limitada por la copiosa comida- jugando al Rummikub, al que por cierto… ¡Gané!
¡Bo Nadal!
Había que cenar en un lugar “enxebre” en estas fechas… así que ¡dicho y hecho!… después de recordar historias pasadas y ponerse un poco al día acompañando el momento con un rico y caliente chocolate en el Club del Café (delante de las Ruinas de Santo Domingo en Pontevedra) con mi amiga Susana y su hermana Mili, nos fuimos a Tomeza, a la Casa do Coto.
He de reconocer que no había estado nunca… Y como podéis ver… ¡tienen hasta página web! ¡Y actuaciones en vivo! Me encantan los sitios que se diferencian de los demás por su decoración y estilo rural propio.
Sin duda, ha sido un acierto comprobar que está de vicio la tortilla de patatas con queso y jamón que allí hacen, así como los chorizos al infierno y al vino que pedimos. ¡Para repetir varias veces y chuparse los dedos, creedme!
Hacía un frío “de carallo” fuera… pero el local estaba perfectamente aclimatado con una antigua y vistosa estufa de leña diferente en cada una de sus pequeñas pero acogedoras salas. Los detalles de la decoración interior (1, 2, 3, 4) logran transmitir una agradable sensación de bienestar. Lo mejor… sus retorcidas y entrelazadas vigas de madera penetrando en la piedra, y los pies de las mesas: máquinas de coser de tiempos pasados.
Ayer al anochecer, nos acercamos a la Plaza de Abastos de Bueu a comprar unos sargos bien frescos y unos centollos ¡vivitos y coleando! Es increíble el precio que alcanza el marisco en estas fechas (sobre todo el que no viene de fuera, que es más económico) Hoy mismo informaba el telediario que el kilo de angulas rondaba los 900 euros, y que las almejas podían llegar a los 100. Seguidamente, vimos “Déjà Vu” en Vialia, que a pesar de estar entretenida, se hace un poquito pesada y se deja algunos cabos sueltos. Lo mejor, la conducción con el “visor” ¡no me digáis que no es una idea genial!
Por la mañana visitamos el reconocido Museo de Pontevedra, del que tan solo pudimos disfrutar de sus salas de pintura, vasijas y joyas de uno de sus edificicios (de los 5 que lo forman), pues el resto estaba en plena remodelación, así que Nines tendrá que volver en otro momento para ver la espectacular sala del barco.
Amenizamos la mañana montando diferentes broches en una tienda especializada en abalorios. Nos llevamos dos: uno en tonos verdes y dorados (que lucirá la chaqueta que está terminando mi abuela para Nines) y otro negro y marfil (muy elegante).
Después… unas castañas asadas en la Plaza de la Herrería y una caña en “La Muralla”, un local con mucho gusto y estilo propio en plena calle Michelena. Gonzalo, en cuanto estés por Galicia avisa, que tenemos que ir a cenar ahí un día, ¡pero tráete la VISA! que he estado echando un vistazo a los precios y son finos “de carallo” como diría un buen gallego 🙂
A la hora de la comida estábamos Nines y yo acompañando a mi madre, ¡dejamos los centollitos límpios! ¡ni una pata se salvó! Le siguieron los sargos hechos al horno… ¡deliciosos! ¡uno para cada uno! siempre con el abariño de casa de por medio -un buen vino con un buen pescado-.
Antes de despedir a Nines en el aeropuerto de Vigo, pudimos echar mano de todo tipo de lambonadas navideñas. La verdad… ¡cómo comemos los gallegos! ¡Somos verdaderas limas!
¡Menudo viajecito!… menos mal que nos ha acompañado el tiempo… ya que Nines no está acostumbrada a las -muchas veces- sinuosas curvas de las carreteras comarcales gallegas…
Después de un largo paseo por Pontevedra, buscando ovillos de lana de un tono verde botella muy atractivo para una chaqueta que mi abuela tiene en mente para Nines, comprar unos kilos de almendras para unas tartas que todos conocemos, una botella de licor café casero de litro y todos los ingredientes necesarios para un buen cocido gallego para 11 personas… ¡nos fuimos a hacer kilómetros!
Rumbo Santiago por la autopista, salida de Padrón, giro en dirección norte en Picaraña… ¡y llegamos a Muxía! tristemente famosa por la catástrofe del Prestige, pero donde se celebra la más importante romería de la Costa de la Muerte el domingo siguiente al 8 de septiembre. El vistoso paseo marítimo nos recordaba mucho al de San Vicente de la Barquera, pero lo que realmente merece la pena visitar es el Santuario da Virxe da Barca: espectacular paisaje con su iglesia barroca asentada en las mismas rocas donde rompen con fuerza las enérgicas olas de los días de viento. Son protagonistas “a pedra de abalar” (piedra de balancear) y “a pedra dos cadrís” (piedra de los riñones), podéis conocer su curiosa historia en este enlace.
Ya en dirección sur… repostamos en CEE vino de la casa acompañado de unos exquisitos chipirones frescos de primero, seguidos de unas jugosas chuletas de cerdo a la pimienta, para rematar con unas -elegidas por los dos al unísono sin titubear- natillas de chocolate: ¡7€ por persona! Os recomiendo el sitio… “Parrillada: O refuxio” (El refugio).
Avanzamos kilómetros y subimos hasta el Faro de Fisterra, recordad que allí mismo acababa la tierra para los romanos y empezaba el misterio de lo desconocido. ¡Qué vertigo tengo! No me extraña que la que salga en las fotos sea Nines, pues yo… lo de acercarme a los acantilados lo llevo bastante mal 🙂 Unas vistas recomendadas y, sin duda, espectaculares en la puesta de sol. ¡Me encantan esas fotos a contraluz!
Todo el frío acumulado allí arriba, lo anula por completo un cafecillo caliente en el puerto -precioso- y un paseo por las estrechas -y a veces incongruentes- calles de este pueblo de pescadores.
Que mejor que terminar el viaje con unas tapas de tetilla gallega en “O Cortello” en Pontevedra, local rústico donde los haya, situado justo detrás de la Iglesia de Santa María.
Nada mejor que regresar a la carne: ¡al fín churrasco casero! Sin desmerecer en absoluto las croquetas de bacalao de entrante, que aseguro estaban deliciosas, pero es que las costillas para mí… no tienen parangón. Unas intensas brasas de cepa vieja, una larga espera esperando a que se consuma la grasa, una rica salsa… y… ¡todos a la mesa!
Tocó probar el albariño de este año… sin duda… ¡para nota! Vamos a tener que confeccionar con mimo unas refinadas etiquetas personales para las botellas -número muy limitado- que formarán parte de la inigualable bodega casera familiar.
Ya por la tarde… aprovechando un paseo por las riveras del Lérez y a expensas de que la civilización del Antiguo Egipto ha fascinado desde siempre al mundo… entre café y café disfrutamos en el Centro Social CaixaNova de la recomendada exposición “Vida y muerte en el Antiguo Egipto. Del arte faraónico al Faro de Alejandría”.
Más tarde, acompañábamos unas cañas con una cena surtida de tablas de ibéricos y tapas de pulpo -por cierto… ¡qué picante estaba!- en la conocida Plaza de la Leña.